domingo, 4 de noviembre de 2012

Azotín le echa los huevos que no tiene


Cuatro días para decidirse a tirarse de la cápsula de marras... Que si el viento que si el viento... ¡mariconadas! Yo tardé 15 segundos en tirarme del avión, pasando de memeces como el viento, la altura o el pequeño detalle de que mi instructor no me habló de algo que después, en el hospital, sí me explicó el médico: debería haberme puesto un paracaídas. 

Las fotos de Franco, Aznar y Rajoy sobre la mesa del despacho del instructor, junto con el cuadro a tamaño natural de Monseñor Escribá de Balaguer que había en la entrada de la academia, deberían haberme hecho sospechar que algo raro pasaba, después de haberme enterado de que el hombre había visto algunas de mis viñetas en el facebook. Yo lo tomé como un halago, pero creo que...

¡Calla, coño! Ahora entiendo por qué me dijo que las clases eran un obsequio, que se daba por satisfecho con tener el honor de darme el primer empujoncito...



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