¿Quién de nosotros no se creyó alguna vez esas historias que nos contaban de pequeños, y que nos obligaban a mirar debajo de la cama por si había algún duendecillo o un lobo feroz? ¿O que la primera vez no te podías quedar embarazada?
¿Y quién no se creyó las no menos fantasiosas aventuras de nuestros políticos y sus sinceras intenciones de terminar con los problemas del pueblo? ¿No es cierto que cada cuatro años nos leemos varios libros de cuentos y nos quedamos con el que más nos gusta, y lo metemos en una urna de plástico, para que el cuento se haga realidad?
¿Hasta cuando nos vamos a tragar el cuento del 23-F y el valeroso caballero Don Juan Carlos salvando a España de las garras del dragón fachón? ¿Y qué me decís de la última fábula: "Mariano y Alfredo contra el desahucio"?
Detrás de todo cuento hay una moraleja. Y siempre es la misma: "no te fíes". Caperucita, Blancanieves, La Cenicienta, Hansel y Grettel, Pulgarcito, Pinocho... todos ellos cometieron el error de fiarse de alguien que les ofrecía algo, material o no. ¿De qué cuento quieres tú ser el protagonista?
Yo lo tengo claro. Al lobo feroz le habría dado una patada en los huevos desde un principio y a mí una vieja asquerosa no me vende una manzana. Y ni el PP, ni el PSOE, ni la Casa Real, ni la iglesia católica, ni el FMI, ni la UE me van a vender tampoco más milongas sandungueras.
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