En los últimos días, la alcaldesa de Madrid, la Sra. Ana Botella de Aznar y Opus Dei, se ha llenado de gloria. Entre los sucesos del Madrid Arena con viajecito y spa en medio y las peticiones a la virgen de la Almudena de que solucione los problemas de los españoles, reconociendo así que ya no hay más ideas (si es que alguna vez hubo alguna...), nuestra muy leída Anita ha demostrado los méritos que la han llevado a la alcaldía de la capital.
Que duda cabe que haber vivido tantos años con Chemari debería contar en el currículum como algo de gran mérito, pero en su caso no, porque es masoquismo y a la chica le gusta.
A mi Ana Botella y Blablabla me inspira mucha ternura, como cualquier chihuahua que, ante un pastor alemán de 40 kilos, se pone a ladrar amenazadoramente y cree haber ganado la pelea porque el otro perro lo ignora y se marcha. Así hace la Sra. Botella y Blablabla ante los problemas y las responsabilidades: ladra mucho y, cuando las dificultades desaparecen, hincha los pechos y presume de su triunfo.
No voy a pedir tu dimisión, querida... personalmente prefiero que cojas una diarrea que te dure tres meses y tengas que pasarte ese tiempo sacando por el culo lo que normalmente sacas por la boca.
¡Ah! Y mis condolencias por la traición del Tribunal Constitucional y su sentencia sobre las peras y las manzanas... Debe ser muy duro que los maricones y las bolleras tengan los mismos derechos que las bobas...
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