La actuación de nuestro gobierno en pleno y sus cómplices de partido durante la jornada de ayer, a propósito de lo sucedido con Bárcenas y sus dineros emigrados a Suiza cual gallego de los años 60, ha puesto de manifiesto dos cosas: que nuestros políticos no tienen vergüenza y que ya no se llevan las hombreras. Lo primero es obvio y ya lo sabíamos, ¿no? Y lo de las hombreras lo digo por la facilidad con la que se encogen de hombros y dicen aquello de: "A mí no me consta". Con las chaquetas de Locomía eso sería impensable.
Y a nuestros miembros masculinos y miembras femeninas de nuestro gobierno... ¿qué les consta? ¿Les consta acaso que hay 6 millones de personas en el paro en este país? ¿Les consta que hay miles de familias sin una vivienda porque no pueden pagarla y los han echado a la calle los mismos bancos que un buen día les aseguraron que no tendrían ningún problema? ¿Le consta al gobierno de España ni tan siquiera que fuera de sus protegidos despachos hay personas que trabajan para pagarles sus malganados sueldos a ellos y a la vergonzosa representación que tenemos en el Parlamento?
El problema es que a estos desgraciados lo único que les consta es que ganaron unas elecciones. Ganaron... ¡ganaron una mierda! Se las hemos dado, no les han tocado en una feria ni yendo a Pasapalabra. Los españoles... bueno, los más despistados, les han brindado la oportunidad de demostrar de qué son capaces, pero a ellos sólo les consta que han ganado. Y como todo ganador anclado en la Edad Media, quieren poner en práctica su derecho de pernada.
Y a fe mía que lo lleváis a cabo, malandrines... Pero un día llegará en que vuesas mercedes verán vengadas todas las afrentas a las que ahora sometéis a vuestros esbirros, y habrá rasgar de vestiduras y rechinar de dientes... ¡TUNANTES!
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