lunes, 7 de enero de 2013

Azotín y el amor bizarro


Es que hay gente a la que nada le parece suficiente. A mí me pasa con los cacahuetes y con el güisqui, pero a otros con el dinero propio o ajeno, sobre todo si es el de los ya brutalmente castigados por la crisis. Nuestros empresarios creen que todavía no llega, que las cosas se les pueden poner más fáciles, que los trabajadores tienen todavía demasiado de todo, los muy egoístas... Demasiados derechos, demasiados sueldos, demasiadas vacaciones, demasiados puentes... hasta demasiados domingos, que seguro que están pensando en quitar alguno de los calendarios.

El obsceno romance entre empresarios y gobierno empieza a ser repulsivo. Tanto "ven y dame" y tanto "ven que te doy" ya empieza a provocar vómito. La indecencia es ya general, no se esconden, no disimulan, quieren que su amor sea aceptado y bendecido por el papa católico y por la virgen santa del Opus Dei. Y lo que más miedo me da es que siempre que uno llama al otro, éste acude con la lengua de fuera deseoso de cumplir todos sus caprichos.

Yo ya no se si me dan miedo o asco, pero lo que si se es que los trabajadores tenemos que estar preocupados, incluso los trabajadores monigotes como yo. El final de estas historias de amor interesado siempre es que un tercero termina jodido. En este caso creo que los terceros somos nosotros. No se por qué, pero a mi me lo parece...


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