Ana Mato no dimite. Y no lo hace por coherencia, claro está. Coherencia con su partido, donde no se dimite ni aunque te pillen con el pescado dentro de la boca. ¿Qué importa haber estado casada con un corrupto mientras el corrupto ejercía de corrupto? ¿Qué importa que nadie se crea que ella no estaba al tanto de las actividades de su marido? ¿Qué importa que un político tenga que hacer gala de una honradez sin ningún tipo de duda? Soy ministro, me ha elegido mi presidente, que ha sido elegido por los votantes, eso es lo único que importa en España.
Dinero a raudales, confetis millonarios, coches de lujo... y la ministra no se extrañaba. Y eso me preocupa más aún. ¿Están tan acostumbrados a enriquecerse con la política que les parece normal esa inyección financiera sin causa aparente?
Pues bien, señora Mato... aguante en su poltrona todo lo que pueda, pero nunca se crea que la queremos ahí. Y no sólo por eso, claro. Su gestión al frente del Ministerio de Sanidad es penosa. Consiente e incluso promueve el mayor deterioro de la sanidad pública de la historia reciente del país, convirtiendo la salud en un lujo al alcance de unos pocos. Años de esfuerzo para conseguir algo parecido a una sanidad de calidad se han ido al carajo gracias a su gestión y a la de su gobierno, con la connivencia de las autoridades sanitarias de todas las autonomías en las que ustedes tienen el poder.
Y además sospechamos de su decencia y su honradez. Y no dimite. lo dicho: ¿por qué lo va a hacer?
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